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Zuleica Romay y su propuesta de genealogía del Movimiento Afrocubano como parte de los movimientos y luchas sociales en Afroamérica. Por: Alberto Abreu Arcia

Una de las ponencias más significativas e incitantes leídas en el I Encuentro Nacional sobre Racialidad, Equidad y Políticas Sociales fue “Movimientos y luchas sociales en Afroamerica: una visión desde Cuba”, de Zuleica Romay. Un texto que, a manera de una historia de larga duración, transita de la genealogía a la cartografía. Propone rutas e itinerarios. Al tiempo que grafica la pluralidad y complejidad de ciertos procesos, espacios políticos, y discursos históricos, sus lógicas, dinámicas e insurgencias posibles. Un verdadero ejercicio de contramemoria y de insurrección epistémica.

Romay toma como referente la polémica que en el 2016 sostuvieran  Víctor Fowler, Roberto Zubarno y Alberto Abreu a partir de la afirmación que hiciera este último  de la existencia de un Movimiento Afrocubano. (“El movimiento antirracista cubano inicia la batalla por una plataforma común” y “El movimiento antirracista cubana como punto de partida para el estudio de los nuevos movimientos sociales (MS) en Cuba”) sobre la existencia de un Movimiento Afrocubano.  Debate que fue reseñado por Agustín Laó-Montes en su libro Contrapunteos Afrodiáporico. Cartografías políticas de Nuestra Afroamérica (Laó-Montes, 2020, pp 455-484).

Portada del libro de Agustín Laó-Montes

En la investigación  de Romay el Movimiento Afrocubano se construye, por un lado como parte de un campus (Bourdieu) que contiene una identidad cultural y política; además posee carácter transnacional.  Y por otra parte, como  una historia de larga duración. Una historia no sólo de luchas sociales, políticas, sino también una tradición intelectual, de insurgencias, y narrativas contrahegemónicas. No en por azar su intervención comienza con esta aseveración: Desacreditada la narrativa colonialista sobre la mansedumbre y la resignación como comportamiento “naturales” de los y las afrodescendientes hoy pocos discuten que el cimarronaje está en la base de todas las formas de conciencias afroamericanas.

Lo que sigue a continuación es la transcripción que de la intervención de Zuleica Romay en esta sección de trabajo del Encuentro, así como de las notas contenidas en el PowerPoint que ilustró su exposición. Todo lo colocado en cursiva corresponde textualmente a la autora. Por lo demás le aclaro a los lectores que se trata de un texto en elaboración. Susceptible, como me comentó Zuleica, de ser perfeccionado, no obstante contiene ideas y tesis medulares para comprender lo que ha sido el devenir del Movimiento Afrocubano. De dónde venimos y hacia dónde vamos.

Los primeros antecedentes de este movimiento la investigadora los coloca:  En agosto de 1920 varios miles de personas reunidas en Harlem bajo el liderazgo de Marcus Garvey, aprobaron una declaración de derechos humanos solo antecedida por la proclamada por la Revolución Francesa. Se trata, según la investigadora de un gesto precursor  y también soslayado por los estudios afrolatinoamericanos y  “que antecede 28 años a la Declaración Universal refrendada por Naciones Unidas, es totalmente ignorado por la ‘historia oficial’ ”.

En genealogía que construye  Zuleica,  Marcus Garvey: es el fundador del panafricanismo como corpus ideológico y el primer promotor de una identidad cultural y política de naturaleza trasnacional en las poblaciones negras del mundo.

Y recuerda como: El pensamiento socialista, en particular el marxismo, fue muy crítico con Garvey y sus doctrinas de empoderamiento panafricano, debido su conciliación con el ideal burgués de bienestar y desarrollo.

Y le otorga al garveyismo la condición de “primera forma de conciencia negra en la era poscolonial”, y estima pertinente reconocerle al mismo:

  • Su reivindicación de África como referente histórico, ético y cultural.
  • El regreso a África como condición de posibilidad para recuperar la libertad y restablecer la justicia.
  • La percepción de África y sus diásporas como una  gran familia, fragmentada y dispersa por el mundo por obra del colonialismo
  • La apuesta por el empoderamiento económico como base para conquistar independencia, dignidad y bienestar.
  • El firme propósito de que las personas negras se emanciparan por sí mismas.

Por su nivel de influencia, otra relevante forma de conciencia negra es la Negritud, un corpus teórico y espiritual panafricano nacido en Europa en los años treinta del siglo XX y regresado al Caribe por sus diásporas. Muy combatido por cierta zona del pensamiento marxista, por su presunto esencialismo, ha originado un vocablo genérico (que alude a las culturas y poblaciones negras) y nutrido la espiritualidad panafricana, con notable reflejo en diferentes expresiones de las artes y la literatura negra.

Otras formas de conciencia negra surgidas en la primera mitad del siglo XX fueron:

Rastafari, sistemas de ideas y proyectos de vida que también nació en el Caribe anglófono, extendiéndose a Norteamérica y el Caribe hispano hacia a inicios de los años sesenta del pasado siglo.

El afrocubanismo, una adecuación creativa de las ideologías del mestizaje, más tarde trascendido por la parábola nacionalista condensada en la cubanidad, y resignificado, en términos políticos, por el activismo antirracista y el cimarronaje intelectual de fines del siglo XX.

El indigenismo haitiano, una corriente de fuerte sustrato antropológico que expresaba una reivindicación de autoctonía cultural frente al tradicionalismo y el elitismo de la cultura francesa.

En la segunda mitad del siglo XX se consolidarían las dos corrientes de mayor complejidad teórica y beligerancia política: el pensamiento radical negro, con sus múltiples expresiones (nacionalismo, marxismo, republicanismo) y el afrofeminismo

Pese a la hegemonía de sus tendencias más dogmáticas durante casi todo el siglo XX,  la teoría marxista es parte de los nutrientes de la conciencia y el pensamiento social afrodescendiente. Construido casi siempre desde los márgenes (de los partidos políticos y la comunidad intelectual “reconocida”), también en Cuba tuvo el marxismo notables pensadores.

 -Sandalio Junco Camellón, anarcosindicalista, fundador en Cuba  del Partido Bolchevique Leninista (Trotskista).

-Juan Ramón Breá Landestoy, poeta surrealista, disidente del PSP  y afiliado al trotskismo.

-Raúl Cepero Bonilla, economista y periodista, sin militancia partidaria.

-Ángel César Pinto Albiol, pensador autodidacta, disidente del PSP  y afiliado al trotskismo.

¿Cuáles son los rasgos distintivos de las formas de conciencia afroamericana?

  • Postulan el cimarronaje intelectual, político y cultural como estrategia de lucha.
  • Se alimentan de los diálogos (reales o imaginarios) y de los intercambios (materiales y espirituales) entre las Américas, África y sus diásporas.
  • Fuerte discurso identitario, elaboración de códigos y signos de autocomprensión, los cuales se traducen en recursos/acciones políticas para la transformación de la realidad.
  • Construcción de alianzas y articulaciones intrarregionales y trasatlánticas.

El movimiento antirracista cubano está aún en construcción, pero no puede negarse su existencia, evidenciada en:

  • Proyectos comunitarios, iniciativas y agrupamientos ciudadanos con diversidad de perfiles, propósitos y membresía que sitúan la lucha contra el racismo y la discriminación racial entre sus objetivos fundamentales.
  • Esfuerzos sostenidos de definición identitaria, mediante el diseño de una “imagen corporativa”, perfiles y publicaciones en redes, establecimiento de marcas comerciales de productos o servicios de impronta africana y la sistematización de procesos de formación, entre otras acciones.
  • Aprovechamiento gradual de los espacios de autonomía reconocidos por la Constitución de la República, las leyes (Código de las Familias) y los programas de gobierno (Programa Nacional de Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial, Programa para el Adelanto de la Mujer).
  • Voluntad negociadora.
  • Diálogos y alianzas (todavía frágiles) entre activistas, iniciativas y proyectos y de estos con gobiernos locales y territoriales.

Principales características de las iniciativas, proyectos y agrupamientos ciudadanos surgidos en Cuba en las primeras décadas del siglo XXI.

  • Muestran diversidad en sus áreas de acción, con énfasis en los ámbitos barrial, cultural, artístico, legal y religioso.
  • Proponen nuevas formas de organización, caracterizadas por el rechazo al verticalismo funcional y la existencia de liderazgos colectivos.
  • Exhiben liderazgos renovados, con fuerte presencia de mujeres, jóvenes y personas LGTBIQ.
  • Marcado interés en la acción comunitaria, la cual se realiza en barrios populares y comunidades precarizadas, aunque existen algunos núcleos en universidades e instituciones culturales.
  • Expansión paulatina de la educación popular como concepto de trabajo y metodología para la acción.
  • Empleo efectivo de las tecnologías de información y comunicación para la promoción en las redes sociales, difusión de publicaciones y podcast y para la realización de eventos virtuales.
  • Preferencia por el trabajo social en red, estableciéndose, de manera natural, colaboraciones y alianzas entre agrupamientos e iniciativas con intereses diversos.
  • Desbalance notable del nivel de actividad entre La Habana y el resto de las provincias.
  • Con mucho trabajo, han conquistado cierta visibilidad y reconocimiento político; pero aún carecen de personalidad jurídica.

                                                   

[A partir de aquí la autora apela al semáforo como alegoría.]

Luz Verde

                          

¿En qué contexto se desarrolla este incipiente movimiento? ¿Qué factores les favorecen o no?

Entorno institucional favorable.

Correspondencia de paradigmas, preceptos y objetivos con los del Estado y su sistema de instituciones.

Reconocimiento, de hecho y de derecho, de las demandas y reivindicaciones del movimiento antirracista.

Aunque el ritmo es lento, se observa creciente sintonía (más en las acciones que en los conceptos) con la academia y el gobierno a todos los niveles.

Contextos internacionales favorables:

Existencia y consolidación de mecanismos internacionales de vigilancia y promoción de la igualdad racial (ONU, Celac, Caricom, etc.) que legitiman la labor de los movimientos sociales.

 Creciente nivel de relaciones con organizaciones, iniciativas y proyectos de otros países de Afroamérica.

 Inserción en redes de diferente alcance para trabajar, sobre todo, en el universo digital.

                                [Semáforo: Luz amarilla]

Entorno tecnológico de desarrollo medio-bajo:

Posibilidades de comunicación/articulación limitadas por la eficacia de la tecnología y los costos de su empleo

Entorno legal de lenta evolución:

-Indefinición del estatus legal de las iniciativas, proyectos y agrupamientos ciudadanos, lo que redunda en escasas opciones de autosostenibilidad.

Cultura política frágil, muchas veces desconectada  de sus antecedentes históricos:

-Poco conocimiento de la historia de luchas de las personas negras en Cuba y Afroamérica.

-Pereza intelectual y poca sistematicidad de los intercambios de metodologías y saberes con otros activistas y movimientos.

Entorno político de lenta evolución:

-Poca sinergia de estrategias y propósitos con las instituciones formadoras (MES, MINED), así como las organizaciones revolucionarias más masivas (con excepción de la FMC).

 -Relación asimétrica con el Estado y el gobierno a todos los niveles.

-El empleo de los espacios institucionales de comunicación es infrecuente y de naturaleza “conmemorativa”.

-Culturalismo (reducción de la problemática racial al ámbito cultural; reivindicación extemporánea de paradigmas identitarios trascendidos por la práctica política del siglo XX.

-Bajo nivel de politización (desaprovechamiento del potencial político de procesos sociales e  institucionales (Ej: Censo de Población y Viviendas).  

-Ausencia de proyección estratégica de una parte de las iniciativas y proyectos.

[Semáforo  en Luz Roja]

Estanflación económica (recesión + inflación)

Precarización de la vida, fragilidad alimentaria, incremento del tiempo dedicado al aseguramiento de la subsistencia, “encogimiento” espiritual y estrés continuado, con un subsecuente deterioro de la salud física y mental.

Incremento de la desigualdad y la disfuncionalidad social

Incremento de las brechas de desigualdad, expansión de la pobreza, fragmentación familiar, migraciones internas de carácter masivo, con sus secuelas de hacinamiento, precarización y marginación.

Aumento de la competitividad social (económica, laboral y simbólica).

Expansión de la frustración y el desencanto, escapismo, hedonismo y migración externa como estrategias frente a la percepción de  insolubilidad de la crisis.

Biografía:

Abreu Arcia, Alberto: “El movimiento antirracista cubano inicia la batalla por una plataforma común”https://afromodernidades.wordpress.com/2016/09/17/afromodernidades-150/

_____________________: “El movimiento antirracista cubana como punto de partida para el estudio de los nuevos movimientos sociales (MS) en Cuba”).https://afromodernidades.wordpress.com/2016/09/17/afromodernidades-150/

Laó-Montes, Agustín (2020). Contrapunteos afrodiaspóricos: Cartografías políticas de nuestra afroamérica, Universidad del Externado de Colombia.

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Palabras de Bienvenida a los participantes en el I Encuentro Nacional sobre Racialidad, Equidad y Políticas Sociales para el Desarrollo. Por: Yoelkis Torres

A más de 20 años de la adopción de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, donde se establecieron objetivos para la lucha contra todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia y otras formas conexas de intolerancia, podemos decir que aún no se han alcanzado, ni se han conectado del todo con metas como los ODS 2030 u otras políticas internacionales y locales.

Por el contrario, la crisis multidimensional agravada por la pandemia de COVID-19, ha exacerbado las desigualdades estructurales que fomentan la discriminación, la intolerancia y la exclusión de las personas negras y otros grupos étnicos.

Entonces, preocupa profundamente la subsistencia del racismo estructural, y las violencias e inequidades asociadas en tal caso, así como los intentos de eludir su deuda histórica con los pueblos víctimas de la esclavitud.

Cuba, desde el Macro programa de Desarrollo Humano, Equidad y Justicia Social con la coordinación ejecutiva del Ministerio de Cultura y la responsabilidad de la Comisión Nacional del Programa COLOR CUBANO contra el Racismo y la Discriminación Racial compuesto por 18 instituciones y 18 organizaciones de la sociedad civil, han alcanzado una mediana implementación que ha permitido identificar brechas de equidad y a partir de ello, trabajar de forma intencionada para eliminar los vestigios de discriminación existente y negada por muchos años en un contexto revolucionado.

Es la intención y debe ser el camino.

En este proceso, la sociedad civil cubana ha jugado un papel fundamental y el crecimiento de movimientos antirracistas ha propiciado un profundo análisis de la crisis a la cual se han sometido comunidades y sus familias, pobreza, marginalidad, economía deprimida, entre otros aspectos que se relacionan hoy al concepto de zonas vulnerables.

Durante la inauguración oficial del encuentro

Se ha mantenido un diálogo e intercambio con organizaciones y ciudadanos, pero nos falta mucho por hacer, principalmente dando sentido a este escenario institucional creado, que no puede volverse un sitio de informes y pocas acciones con los reales afectados o sin tener en cuenta las miradas de todes los que emprenden estos procesos antirraciales críticos o no.

Para pensar Cuba, necesitamos de todos sus cubanos y cubanas, para hacer un país, necesitamos de todas las manos.

Academia, estado y activismos, deben estar conectados con el fin de contribuir a la eliminación de las condiciones que generan inequidades y discriminación racial asociadas al color de la piel, que colocan a las poblaciones negras y mulatas en Cuba en situación de desventaja y vulnerabilidad con relación al acceso al bienestar.

Y con estos elementos llegamos aquí, para decirles muy buenas tardes a todas, todos, todes los presentes. Grata bienvenida tengan en este nuestro Museo Ruta del Esclavo, Castillo de San Severino, edificación testigo y fundadora de ya casi 330 años de historia en esta nuestra ciudad de Matanzas, La Atenas de Cuba, la Ile Ife Lucumi, la pequeña África, la Roma Yoruba, la tierra ancestral del ritmo y la vibración del grito de independencia y libertad desde el cimarronaje.

El I Encuentro Nacional sobre Racialidad, Equidad y Políticas Sociales para el Desarrollo abre caminos del 22 al 25 de febrero del presente año con el propósito de:

• Intercambiar aprendizajes y experiencias de iniciativas, proyectos y programas de diversas zonas de Cuba que, a través de la cultura, inciden sobre las desigualdades por color de la piel (priorizar en las zonas de Cuba los territorios que trabajamos como plataforma).

• Compartir herramientas y metodologías para incorporar la dimensión color de la piel en proyectos territoriales para el desarrollo inclusivo y sostenible.

• Proyectar articulaciones entre proyectos y experiencias territoriales de la Plataforma PyE para tributar a los objetivos de la política pública del programa Color Cubano.

• Sensibilizar a los participantes sobre la necesidad de incorporar la dimensión color de la piel en los proyectos de desarrollo.

• Aproximar a los participantes a los principales conceptos y herramientas para trabajar el tema desde las comunidades.

• Identificar fortalezas y necesidades para trabajar el tema en cada uno de los espacios.

Un espacio de debate e intercambio afirmativo para la adquisición de herramientas y el análisis de estrategias de atención a las prácticas de discriminación racial y superación de brechas de equidad asociadas al color de la piel por territorios, localidades y sectores productivos y sociales, potenciando el trabajar en la mejoría de la situación socioeconómica de los grupos poblacionales negros y mulatos en relación con la calidad del empleo, el nivel de ingresos, los logros educacionales, la vivienda y el hábitat, la salud y acceso a espacios de dirección; y la eliminación de prácticas discriminatorias por color de la piel en diferentes ámbitos y planos —institucionales, interpersonales, comunicacionales—, prejuicios y estereotipos racializados.

Una Cuba con todes, desde la mirada crítica constructiva.

Nos preguntaremos:

• ¿Existe una problemática racial en la Cuba de hoy?

• ¿Están erradicados realmente el racismo y la discriminación racial en la sociedad cubana actual?

• ¿Qué causas motivaron la ausencia de debate sobre los problemas raciales después de 1959?

• ¿Existen nuevas formas de racismo (neo-racismo) en el país?

• ¿Qué opina una muestra de cubanos sobre el racismo en Cuba en la actualidad?

• ¿Qué retos debe afrontar el gobierno y Estado cubanos para lograr la deseada equidad racial?

Para ello tenemos un amplio y productivo programa nos recibe en estos días gracias a la Plataforma Equidad Cuba de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE de la Embajada Suiza en Cuba, con la organización de la Fundación Nicolás Guillen, el CIERIC y el Proyecto AfroAtenas, así como el apoyo de la Dirección Municipal y Provincial de Cultura u otras instituciones, amigos y amigas que estuvieron generando ideas para estar aquí reunidos.

Dra. Geydis Fundora a través de un video conferencia

Hoy estamos con iré, con bendiciones, con ashé, abrimos el debate y nuevos caminos trayendo consigo el privilegio de tener en este momento entre nosotros al Excelentísimo Sr. Embajador de Canadá Geoffrey Gartshore. Al cual estaremos eternamente agradecido por todos los esfuerzos que tienen a favor de estas temáticas en Cuba y el mundo.

A todes muchas gracias por estar y que no sea la primera vez que nos veamos juntos luchando por justas y necesarias causas.

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“Cuerpos que cuentan” Por Alison Infante Zamora

Liliana Salgado Barnet: rostros, manos y sombras que iluminan

Dos líneas fundamentales matizan las piezas de Liliana. Una, la re-creación del claroscuro, en ocasiones casi tenebrista, en la que las poses y el regodeo esteticista ganan la partida de la composición, en una suerte de declaración expresa del cuerpo de la persona negra como espacio de belleza. Otra, la instantánea incidental que favorece la expresividad de los rostros y la gestualidad, y que es también una declaración, esta vez, de las esencias de lo cotidiano. Ambas líneas, tiran de la cuerda del estilo de tal forma que parecieran dos artistas y no una. Pero es en esa tensión precisamente en la que se manifiesta la capacidad de Liliana de asumir magistralmente estos dos ámbitos casi autónomos del arte fotográfico. Claroscuros, rostros y manos, son los protagonistas de una fiesta que consagra como plural el espacio común de exposición de esta sui generis convivencia visual. Claroscuros que realzan, rostros que hablan, manos que revelan.

Yailen Ruz Velazquez: la metonimia y la luz

Resulta osado aventurar a las macros y close up el concepto de una muestra, y que esta sea coherente. Yailen lo logra, y valida sus presupuestos a través de un abordaje sincero y sugerente del cuerpo, cuyo tratamiento más que llevarnos a una definición cerrada, es un espacio que se abre, que insinúa, que invita a imaginar.

El coqueteo con el abstracto propiciado por acercamientos nada suspicaces, sino más bien desinhibidos, espontáneos, inoculan a cada obra de un desbordamiento de lirismo y audacia. El ejercicio intrépido de sustraer al marco su capacidad de limitar la realidad, y conseguir así que el texto se desborde, es quizás el más genuino logro de esta selección. Hacernos capaces de navegar el universo más allá de los marcos de la obra física, es una suerte de metonimia en que la parte holo-grafica un todo que no se muestra, pero que es perceptible. Es un “ir más allá” de la mano de signos de identidad que promueven trascender el realismo que le es propio al arte fotográfico, para proyectar una identidad filtrada y magnificada por las luces y las sombras, una toma de partido a favor de lo raigal, a partir de la invisibilidad de lo que es esencial y la revelación de lo ocultado.

Ayamey Mclean Sàenz: muestra “Dolor y fe”

Como bien refiere el título de esta muestra, la artista nos regala un interesante balance entre los desafíos sociales del presente cubano y la capacidad de esperar una realidad diferente, mejorada. Esto lo hace sin catastrofismos ni edulcoramientos. Es un lente cuya objetividad solo cede ante la intensidad de las miradas, y el sincero encauzamiento que hace la composición. En las obras de Ayamey, el lugar de la corporalidad negra se establece en escenarios diversos, definidos por determinismos socio-históricos unos, y por una neutralidad selectiva otros.

Cada fotografía apela a elementos de la identidad racializada, pero no aquellos convencionales cuya simplificación y banalización estereotipan y hasta denigran el sello de la negritud como esencia de la cubanidad, sino a elementos de lo cotidiano que dan cuenta de carencias, urgencias, sueños, esperas y esperanzas. Para decirlo con palabras de la propia artista “Dolor y fe tiene que ver con las barreras que nos pone la vida, tanto aquellas devenidas de nuestra historia de esclavización/racialización, como las geográficas, determinadas por nuestra condición insular. La fe es a lo que nos aferramos para romper los barrotes tantos físicos como mentales y poder avanzar en nuestros sueños.”

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Palabras de Daylíns Rufín  Pardo a la muestra “Cuerpos que cuentan”

La muestra a la que estamos asistiendo viene a decirnos dos o tres verdades agudas sobre la realidad de las mujeres y hombres negros de nuestra Cuba de hoy. Gestos, sentimientos, fragmentos de sus cuerpos nos cuentan de forma hermosa esa historias de dolor y prejuicios que penden sobre nuestras cabezas como espadas de un Damocles cimarrón, alertándonos como en el viejo mito, que el poder está precisamente en la palabra que no adula, no se deja someter, sino que corta lo que duele. Contar es una forma de cortar.

Liliana Salgado Barnet

Imagen de la serie «Dolor y Fe» de la fotógrafa Ayamey Mc lean Sáenz.

La belleza de cada una de estas fotos también hace una escisión en un imaginario que ata al bailar sobre las cuerdas que no pueden encerrar, precisamente, lo bello en ningún preconcepto. Este moverse, esta cadencia de las mismas es también una danza que nos susurra imágenes e historias de libertades, quiebres necesarios, realces y resistencia.

Las artistas que hoy traen su discurso a través de estas fotos, saben que la palabra que se suelta al viento mueve los aires de indiferencia. Que las historias que captó su lente pueden ondear hoy delante nuestro re- moviendo los límites de una estética pétrea. Observemos, sintamos. Cada una de sus fotos cuenta.

Yailén María Ruz Velázquez
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Palabras de presentación del panel “Tenemos un sueño: Cartografía por la lucha de los derechos raciales. Desde Marting Luther King hasta el presente cubano” Por: Alberto Abreu Arcia (Moderador).

Buenos días a todas, todes y todos:

Queremos dar las gracias a la Biblioteca Gener y Del Monte por su colaboración a este segunda sesión de trabajo del Aula de Saberes Afro que tiene como tema “Nuestra lucha antirracista: itinerarios y rostros”. Especialmente por brindar su sede para la realización de este panel titulado “Tenemos un sueño: Cartografía por la lucha de los derechos raciales. Desde Marting Luther King hasta el presente cubano” . Como se habrán percatado, el título de esta mesa abarca itinerarios muy complejos y difícil de mapear en un solo panel, por la heterogeneidad de los procesos, sujetos sociales, dinámicas, tensiones, y ciclos de luchas que se han venido sucediendo en el campo cubano de las negritudes desde la década del cincuenta hasta la fecha.

En consecuencia, lo que aquí intentaremos será proponer determinados itinerarios,  detenernos en aquellos nódulos o momentos que han marcado hitos en el devenir de nuestras luchas antirracistas. Fundamentalmente los vinculados a su tradición teórica o de producción de conocimientos enunciado, no desde la academia sino del activismo antirracista,  y lo que ha sido (consciente o inconscientemente) la presencia inspiradora de ese icono de las luchas por los derechos civiles de los negros y negras  el  pastor bautista afroestadounidense Marting Luther King nacido en Atltanta el 15 de enero de 1929, quien mañana cumpliría 94 años.

Me acompañan en esta aventura:

Daysi Rubiera: Investigadora, activista antirracista y autora de ese clásico de la literatura testimonial cubana Reyita, sencillamente,  además de otros libros como Golpeando la memoria, escrito en coartaría con Georgina Herrera, y compiladora junto a Inés María Mariatu de Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales.

El Reverendo Luis Carlos Marrero. Teólogo y Subdirector del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero. La voz más representativa, autorizada de lo que se ha dado en llamar Teología de Negra de la liberación en Cuba. Una de las vertientes de la lucha antirracista menos conocida e invisibilizada por las cartografías que hasta el presente se han venido realizado del movimiento afrocubano y su activismo antirracista.

Tomás Fernández Robaina: Investigador, luchador antirracista, bibliografo, autor entre otros libros de ese otro clásico que es El negro en Cuba, además de otros libros como Hablen paleros y santeros, Historia de dos mujeres públicas, Misa para un Ángel.

Roberto Zurbano: Investigador del Centro de Estudios Literarios de la Casa de las Américas, crítico cultural, y a quien le debemos un grupo de textos de consulta obligatoria sobre la problemática racial cubana como: “Raza, literatura y nación”, “Cuba: Doce dificultades para enfrentar el neo racismo” y CINCO MINUTOS DE REFLEXIÓN CONTRA EL RACISMO. Una Propuesta en vísperas del Decenio Internacional de los Afrodescendientes”.

De más está decirle que los panelistas cuentan con quince minutos de intervención de lo contrario sonará la campana. Posteriormente contestarán las preguntas del público

Para comenzar -a manera de provocación- voy a colocar en este panel los párrafos de la convocatoria que hacíamos en el 2016 al II Coloquio: La nación que estamos imaginando nuevas cartografías de la racialidad negra en Cuba realizado los días 3, 4 y 5 de noviembre, bajo el auspicio del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo/ CCDR-Cuba  cuando expresábamos:

El actual contexto genera desigualdades: el racismo, entre otras,  que desgarran el tejido social. Por ello, asumimos nuestro derecho ciudadano y la tradición antirracista nacida del cimarronaje y las tropas mambisas, arraigada en el mejor pensamiento republicano y reafirmado en el internacionalismo. Tradición aun subestimada, que hoy recupera su espacio local en tiempos globales. Abrazamos un antirracismo como ejercicio democrático, revolucionario, crítico y autocrítico que construye  nuevos caminos de participación, equidad y justicia social.

Y, en aquel entonces, proponíamos:

la construcción de una plataforma común que genere diálogos, alianzas y soluciones a conflictos no siempre vistos como raciales, a pesar del dolor físico y moral que producen en personas y comunidades, así como en los grupos y organizaciones que le acompañan. Unir voces críticas y propositivas dispuestas a encontrar razones y soluciones más allá del discurso,  nos impulsa acompañar el activismo más responsable y reclamar políticas públicas. Convocamos el Coloquio en el Decenio Internacional Afrodescendiente de la ONU, seguros de que el pensamiento antidiscriminatorio cubano y sus prácticas emancipatorias e inclusivas enriquecerán la nación más allá de sus fronteras.

Tienen la palabra los panelistas

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La biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País y yo. Por Tomás Fernández Robaina

Una vez más estoy en esta biblioteca, consultando sus fondos, respirando y  empapándome  de noticias, de hechos que se desbordan de las páginas de los libros, diarios y revistas, ansiosas de hablar, de dar a conocer todo lo que hay en sus entrañas, que no siempre se abren ante ojos ávidos de navegar por sus aguas, aguas que no siempre nos permiten flotar, porque son aguas secas,  convertidas en polvillos, como cenizas de algo que fue, y que no dejan ver  el fondo donde yacían tantas palabras que significaban tantas cosas que ya nunca se sabrán.

He tenido que emigrar temporalmente, los montacargas de la Biblioteca Nacional ya no pueden ascender y bajar como lo hacían antes, los años pasan  y se hacen sentir, y también ellos conocen de ese transitar, aparentemente  invisible,  no como a nosotros, a pesar de que solemos ignorarlos, y de pronto, nos negamos  a pasar cerca de los espejos, para no ver sus flores, que en cada uno de nosotros brota de modos diferentes.

Nunca olvido el texto de Carlos Manuel Trelles, cuando aconsejó a finales del siglo XIX, en su aun valioso recuento histórico de las bibliotecas en Cuba, que cuando se fuera a crear nuestra Biblioteca Nacional, la indicada para ser considerada como tal debía ser la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País.  Sabia reflexión que por muy diversos intereses no se tuvo en cuenta. Pero de entonces acá ha llovido mucho, y han pasado muchos ciclones, pero también tornados internos muchos más destructivos que esos fenómenos atmosféricos en los espacios de nuestras bibliotecas, sean estas públicas, especializadas, universitarias, escolares, o en la Nacional

Alguien pudiera decir que milagrosamente esta biblioteca aún conserva cierta solera de la época cuando comencé a visitarla, a pesar de los visibles cambios  habidos desde entonces, donde el maquillaje inicial se ha deteriorado, y parece que seguirá su proceso dialéctico, pues aún no se avizora ninguna computadora terminal, desde donde acceder a la información sobre las colecciones que atesora. Aun los ficheros repletos de títulos de autores y materias, a veces tan compactos que se hace difícil su búsqueda, pero esos catálogos, cada vez más fuera del tiempo actual, hace que aún se respire ese añejamiento, que conjuntamente con el olor a periódicos  viejos,  me hace recodar no solo esta biblioteca sino también la Nacional que visité en el Castillo de la Fuerza, cuando ni siquiera me imaginaba que el destino me deparaba el ser bibliotecario, contra el viento y la marea, huracanes que llegaron a ser, no pocos de ellos,  de cinco, en la escala de Simpson, como diría Rubiera.

Siempre me atrapan los recuerdos cuando entro en este edificio de la calle Carlos III, que aún seguimos llamando así, a pesar de que dejamos de ser colonia, hace ya más de un siglo, y  nadie conoce realmente quien fue ese  Carlos tercero que se niega a ser borrado a pesar de haber sido rebautizada con nombres más contemporáneos, son nombres colocados en las esquinas, para confusión de los que no conocen a profundidad La  Habana, que como bien se dice, es la capital de todos los cubanos.

De nuevo aquí, y me parece estar de nuevo en aquel histórico curso brindado por Mario Parajón sobre la novela de Cirilo Villaverde Cecilia Valdés, o La Loma del Ángel. Recuerdo sus comentarios sobre el argumento, los personajes, y sobre todo la teatralidad  de las descripciones, que facilitaron mucho la versión musical. Subrayaba en este sentido la entrada de Cecilia Valdés en la narración y en la zarzuela.

También mantengo fresca la anécdota que nos narró sobre la selección del espacio donde se encuentra el edificio que alberga la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País. En aquella época, era un lugar no distante del centro de la ciudad, pero tranquilo, sin ruidos en los alrededores, el sitio perfecto para  construir una biblioteca. Sin embargo, cuando impartía sus clases, había momentos que su voz quedaba oculta detrás de los gritos, de los alumnos jugando en una escuela que se había abierto al lado, y en otras ocasiones por la música y cantos de los aficionados, o  de las actividades de la Casa de la Cultura de Centro Habana, no distante de la biblioteca.

He pasado muchas horas y días  revisando periódicos y revistas que no se encontraban en mi amada Biblioteca Nacional, a pesar de que muchos de los títulos, que conformaban los fondos originales de esta institución fueron llevados  a la Nacional en los primeros años de la Revolución. Pero además,  a partir de la lectura de Trelles, me convencí de que fue un error la creación de la Biblioteca Nacional de Cuba del modo que se hizo. No obstante ser todos ellos  intelectuales reconocidos, historiadores, no tuvieron en cuenta que la mayoría de las Bibliotecas Nacionales surgidas después de la independencia,  se nutrieron y se crearon  a partir de las ya históricas bibliotecas de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

¿Cómo se decidió crear una Biblioteca Nacional sin libros, sin un espacio local, y sin una visión precisa de la política que se debía seguir? ¿Qué razones determinaron que no se siguiera la tendencia de fundarse la Biblioteca Nacional en América a partir del fondo existente en la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País?

Agua pasada no mueve molino, y lo que sucede, como dice el refrán popular, siempre conviene.  Sobre todo, si sabemos sacar conclusiones positivas de los análisis que realicemos, y por lo tanto, ya no hay marcha atrás, pero no debemos pasar por alto  la importancia y el peso que tuvo en la Colonia, y en la República Burguesa, dicha Sociedad, y sus miembros en el avance científico, educacional y literario de nuestro país, y en particular su Biblioteca; pero además, fue también en cierto modo muy avanzada y muy justa  a finales del siglo XX, como lo señalara  José Martí, cuando aplaudió la entrada  de Juan Gualberto Gómez a tan selecta institución, por lo tanto como intelectuales y bibliotecarios  de este momento, démosle aún más el reconocimiento público que se merece a dicha institución,  y a su biblioteca.

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RECORDANDO A GEORGIANA HERRERA.POR DAYSI RUBIERA.

Georgina, seis años han transcurrido desde que escribiste «La misma guerra es otra», uno de tus tantos poemas donde pusiste de manifiesto tu resiliencia. La defensa  de un legado y una memoria cultural que eran tu propia identidad, también la nuestra; pero nada ha  cambiado desde entonces hasta acá.

Viviste y moriste escribiendo para dejarnos ese legado, y hoy, a pocos días del primer aniversario de tu desaparición física,  permanecemos sujetas  fuertemente aquella bandera porque, parafraseando el exergo de tu poema: «seguimos sin entendernos».

Descansa en paz, amiga. Quienes te quisimos y admiramos no dejaremos que se cierre la brecha que abrieron las negras viejas de antes, que tú, junto a muchas y muchos, mantenemos abierta.

Daisy Rubiera, en un día triste.

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Contrapunteos Diaspóricos… descolonizar la memoria o una lectura de Afroamérica como una historia de larga duración. Por Alberto Abreu Arcia

Las notas que siguen fueron leídas en junio del 2020 durante la presentación virtual de Contrapunteos Diaspóricos: Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica de Agustín Laó-Montes realizada en el marco de la IV Jornada de Pensamiento Social Latinoamericano organizada por la Universidad Colombiana de Externado y que tuvo como tema central el de: “Epistemologías, resistencias negras en América Latina”. Entre los presentadores se encontraban, además, Ochy Curiel (República Domincana) y José Gandarilla (México). Sin embargo, este texto, inicialmente, fue escrito para la presentación de este volumen en la Feria Internacional de libro de La Habana programada para el 14 de febrero del 2020 en la sala Alejo Carpentier, según consta en el programa. Un día antes, se le comunicó al autor que la misma había sido cancelada, sin que se ofreciera más explicación. Este hecho fue la última de las “contrariedades” por lo que transitó este libro por la escena intelectual cubana. Un periplo que va desde su participación en el concurso Casa de las Américas, 2017 en la modalidad de Premio de Estudios sobre la presencia negra en el Caribe y las Américas Contempóranea, luego de los intentos de  su publicación por la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, postertagado por una razón u otra durante varios años.

Ofrezco estos datos con toda intención. Si como muchos expertos han señalado estamos ante un texto de lectura ineludible y tenido por una obra mayor dentro de  los estudios descoloniales. Un libro que socava las formas de conocimiento eurocéntricas prevalecientes en la academia latinoamericana. Cuyos paradigmas teóricos hegemonizan la lectura de los procesos y fenómenos sociales en América Latina, al tiempo que invisibilizan y relegan al espacio de lo residual  no sólo la rica tradición del pensamiento afrolatinoamericano y afrocaribeño, sino también a esos otros saberes producidos desde la diferencia colonial y el conocimiento ancestral de los pueblos afro e indigenas.

Adentrarse por este volumen de más de quinientas páginas es asistir a una discusión sobre la necesaria y urgente reformulación de nuestras ciencias sociales y la necesidad de una revisión radical del espíteme sobre el cual construyen sus discursos y sistemas de conocimiento.

Estamos ante un texto que se genera desde un espacio de otredad epistémica, de validación de otras formas de saber “no instuidas” o “descalificadas” por esas instancias encargadas de establecer las jerarquías y el control oficial del saber académico. Contrapunteos Diaspóricos: Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica coloca en su centro la producción de conocimiento afrodiaspórica y lo hace desde un espacio transversal y transdisciplinario donde se retoma y legitima toda la tradición teórica del pensamiento político y social de la academia crítica, así como el saber generado desde el activismo y los movimientos sociales.

En consecuencia, otro de los correlatos que se derivan de este libro es el debate entre el trabajo intelectual y el académico. El cual tiene su origen en la doble condición de Agustín Laó-Montes, por un lado, como docente en el Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe en la Universidad de Massachusetts, donde dirige la especialidad de diáspora africana en el doctarado de Estudios Afroamericanos, y académico otras universidades latinoamericanas y, por otro lado, su militancia durante casi dos décadas en el activismo y los movimientos sociales y antirracistas en Latinoamerica y el Caribe como ARAAC (Articulación Regional Afrodescendiente en América Latina y el Caribe). Recordemos, además, su experiencia intelectual como miembro fundandor del grupo de investigación “Proyecto latino/latinoamericano modernidad/colonialidad” o “Grupo de Binghamton”, que data de los años nonventa cuando era estudiante de doctorado, proyecto que desde su carácter transdisciplinario y plurinacional agrupó a intelectuales como Aníbal Quijano, Immanuel Wallerstein, Edgardo Lander, Ramón Grosfoguel, Fernando Coronil, Walter Mignolo, entre otros.

Conociendo estos datos, me pregunto ¿qué razones pudieran explicar el accidentado viaje de Contrapunteos Diaspóricos… por un segmento de la escena intelectual cubana de estos días y sus circuitos de validación y difusión de nuevos paradigmas epistemológicos? Sin dudas, ellas tienen que ver con ciertos habitus en la recepción de la teoría instalados en el campo intelectual cubano, y sus luchas interpretativas. Con la teoría como política y las políticas de la teoría.

Hablo de la manera en que determinados textos están llamados a desafiar ciertas hegemonías del saber en la localidad enunciativa donde se insertan. A dislocar las configuraciones teóricas-intelectuales y las relaciones saber-poder prevalecientes en ellas. Esta aseveración trae de la mano otra problemática la cual prefiero enunciar a modo de interrogante: ¿por qué ciertas teorías se vuelven más productivas en determinadas localidades enunciativas latinoamericanas que en otras? Lo que, en el caso cubano nos coloca frente a una postura (llamémosle eufemísticamente) de reticencias no sólo hacia los estudios descoloniales, sino también hacia la rica tradición teórica del pensamiento afrodiaspórico o/y de las negritudes para analizar las producciones, imaginarios, representaciones y prácticas culturales que tengan esta impronta. Lo que es igual a afirmar: el apego a ciertas modos de producir conocimientos todavía anclados en ese epísteme de la modernidad occidental y ese sujeto íntegro de la razón universal (blanco, varón, heteresexual) productor de una infinidad de otredades.

Desde luego, que una lectura de Contrapunteos Diaspóricos Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica desde el campo intelectual cubano nos lleva a deconstruir las diferentes estrategias y sutilezas discursivas desde las cuales este campo intelectual históricamente ha construido la colonialidad del ser en tanto categoría que viene a significar la negación de la memoria, cultura e identidad de los sujetos de la africanía; y acentuar ese entramado de violencia epistémica y simbólica sobre los que se articula el racismo moderno. El ejemplo más claro de estas estrategias y argucias discursivas a que me refiero es el rechazo del campo intelectual cubano a los términos afrocubano y afrodescendiente.

Lo que se esconde detrás de este rechazo es una tensión entre los conceptos de nación y diáspora africana. Un contrapunteo (para utilizar el término tan caro al autor de este libro) entre la nación y la construcción que los discursos del nacionalismo cubano históricamente han realizado de los sujetos de la diáspora africana. A propósito de esto, Laó-Montes establece la siguiente comparación: de la misma manera que “la diáspora cubana es la cubanía fuera del archipiélago de Cuba”; la diáspora africana, entendida como comunidad de afinidades y afectos integrada por sujetos transnacional/translocales, son los afrodescendientes que no habitan en el continente africano.

Aquí, la noción de diáspora africana supone un reconocimiento tanto de la memoria como de los procesos de exilio, destierro y sus contribuciones fuera del territorio estatal. “Más allá de la oposición binaria entre naciones y diáspora, una perspectiva diaspórica debe problematizar la nación como discurso maestro de la identidad, y plantear la posibilidad de imaginarios geohistóricos que trasciendan mapear el mundo como una yuxtaposición de continentes y una suma de Estados-nacionales.” (Laó-Montes, 197).

El ejercicio deconstructivo que estoy proponiendo presupone en primer lugar: la demolición del epísteme higienista de la blanquitud. Cuyos paradigmas teóricos, por una parte, siguen condicionando la manera en que leemos los diferentes procesos sociales, históricos y culturales de la diáspora africana. Como pueden ver este último concepto resulta una herramienta clave en esta demolición por cuanto su significado remite al de la comunidad política cultural “no sólo dentro de la nación sino también más allá de la nación”, que a pesar de sus diferencias está unida por lazos históricos de exclusión racial, reivindicación que han culminado en movimientos transnacionales de resistencias como la Revolución de Haití, y otros que se han extendidos por el Caribe, las Américas y más allá.

Un epísteme higienista que, desde su colonialidad del saber, invisibiliza, silencia, y desautoriza textualidades, identidades y discursos como la salsa, el spokem word, el reggae, el rap que, como nos viene a recordar este libro de Laó-Montes, se generan en imaginarios atravesados por el flujo y reflujo entre lo local y lo transnacional, por contagios culturales, la diseminación, la fragmentación. Otro(as) sujeto(as) culturales y representaciones simbólicas escindidas en un sinnúmero de problemáticas: raciales, de clase, géneros, geoculturales, oralidad, memoria, ciudadanía, subalternidad e inscritas en un espacio de negociación potsnacional. Quienes desde una aspiración inclusiva, democratizadora del hecho artístico y cultural vienen a interpelar al pensamiento sociocultural cubano sobre los modos en que su actual status teórico revalida un modelo de intelectual que, desde la pureza de lo genérico, lo estilístico, la disciplinariedad del saber reproduce un concepto racista y blanqueador del saber y la cultura.

Otro aspecto que me seduce poderosamente en Contrapunteos Diaspóricos… está relacionado con los modos de hacer y de escribir la teoría. “No la teoría como voluntad de verdad, sino la teoría como un conjunto de conocimien­tos en pugnas, localizados y coyunturales” (Stuard Hall). El ejercicio de imaginar nuestras propias categorías y marcos analíticos, de hablar y pensarnos por y desde nuestro propios cuerpos racializados, sin tener que recurrir a un reperto rio de conceptos tomados de la casa del amo, ni mucho menos al rol ventrílocuo ni al poder de enunciar o de hablar por el otro; privilegio que históricamente ha ostentado el letrado blanco y de clase media en Latinoamérica. 

Sandra Heidl, Alberto Abreu Arcia y Agustín Laó-Montes en el Malcolm X Cultural Center, abril del 2017

Estamos ante un libro donde el hablante se desplaza de lo macro a lo micro, de lo global a cada una de nuestras respectivas comunidades afroenunciativas (Estados Unidos, Brasil, Haití, Colombia, Cuba, etc.). Sin perder de vista los diferentes procesos de microdiferenciación que la atraviesan.  Laó-Montes no sólo dialoga con sus lectores desde un espacio de otredad epistémica. Sino también desde una perspectiva donde lo transversal y lo transdisciplinario devienen en espacios creativos de nuevos paradigmas metodológicos y conceptuales para el estudio del campo de las negritudes (sus historias, religiosidades, cosmovisiones, prácticas, e imaginarios) que subvierten los mecanismos de hegemonía y control que históricamente ha ostentando el conocimiento oficial (patriarcal y eurocéntrico) a la hora de pensar al otro de la negritud.

Me resulta altamente revelador el hecho de que Eshu Elegguá el orisha que inaugura y clausura el discurso de Laó-Montes. En este sentido el libro se abre de manera performática con este saludo a Elegguá, como si se trata del comienzo de una ceremonia religiosa:

MOYUGBA

Elegguá, dueño de los caminos y de las puertas. Él es el de las llaves y los nudos. Él es el que ata y desata. Es el inicio y el fin de todos los caminos. Es el vigía de los días y las noches. Elegguá mezcla el azúcar con la sangre. Siempre está en acecho, espía de los dioses, y su mensajero, es a quien primero se le saluda y pide permiso; él es el que primero come y bebe. El tambor lo proclama así.

En este contexto el Moyugba a Elegguá está cargado de simbolismos: es una reverencia al mundo de la oralidad (la única expresión posible para el esclavizado en el mundo de la plantación). Un reconocimiento a la autoridad de la palabra dicha y su tradición. La oralidad, no sólo como forma de narrar y depositaria de la memoria, sino también como una manera otra de producción de la historia y el conocimiento frente a los modos escriturales de validación de la verdad que legitimó la herencia ilustrada.

Elegguá no es sólo la obertura del discurso, sino también de la ontología y lo onto-existencial. Elegguá, según Laó-Montes, es el principio epistémico por excelencia, quien proporciona el arte, la ciencia, y la interpretación en clave de africanía.

 Las notas que siguen fueron leídas en junio del 2020 durante la presentación virtual de Contrapunteos Diaspóricos: Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica de Agustín Laó-Montes realizada en el marco de la IV Jornada de Pensamiento Social Latinoamericano organizada por la Universidad Colombiana de Externado y que tuvo como tema central el de: “Epistemologías, resistencias negras en América Latina”. Entre los presentadores se encontraban, además, Ochy Curiel (República Domincana) y José Gandarilla (México). Sin embargo, este texto, inicialmente, fue escrito para la presentación de este volumen en la Feria Internacional de libro de La Habana programada para el 14 de febrero del 2020 en la sala Alejo Carpentier, según consta en el programa. Un día antes, se le comunicó al autor que la misma había sido cancelada, sin que se ofreciera más explicación. Este hecho fue la última de las “contrariedades” por lo que transitó este libro por la escena intelectual cubana. Un periplo que va desde su participación en el concurso Casa de las Américas, 2017 en la modalidad de Premio de Estudios sobre la presencia negra en el Caribe y las Américas Contempóranea, luego de los intentos de  su publicación por la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, postertagado por una razón u otra durante varios años. Transita de la sociología a la historia (su re-escritura), pasando por los estudios descoloniales, el afrofeminismo, el activismo y sus luchas políticas hasta la construcción de una historia del campo intelectual afrolatinoamericano. Al tiempo que, a manera de paratexto, incorpora imágenes y citas provenientes de otras formaciones discursivas como los cantos y rezos a diferentes orishas en lengua yoruba, fragmentos de conversaciones con santeros, poemas de autoras y autores afrodescendientes que habitan en la periferia del canon literario occidental, y otras  formas de producción de conocimiento vernáculas y cimarronas: siempre en fuga ante la voracidad del saber académico y sus intentos por aprenhenderla, convertirlas en objeto dócil de conocimiento. Se trata de saberes, ademanes y prácticas intelectuales que en este libro encuentran un escenario para su validación y puesta en escena en la medida en que operan como ejercicios de descolonización del conocimiento.

Contrapunteos Diaspóricos… nos aboca a otro modo de escribir nuestra historia como afrodescendientes. Mientras despliega esta propuesta va demoliendo el viejo episteme de la modernidad occidental, mostrando sus límites y falacias a la hora de abordar cuestiones referentes al campo de las negritudes y los sujeto/as de la afrodiáspora.

Las notas que siguen fueron leídas en junio del 2020 durante la presentación virtual de Contrapunteos Diaspóricos: Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica de Agustín Laó-Montes realizada en el marco de la IV Jornada de Pensamiento Social Latinoamericano organizada por la Universidad Colombiana de Externado y que tuvo como tema central el de: “Epistemologías, resistencias negras en América Latina”. Entre los presentadores se encontraban, además, Ochy Curiel (República Domincana) y José Gandarilla (México). Sin embargo, este texto, inicialmente, fue escrito para la presentación de este volumen en la Feria Internacional de libro de La Habana programada para el 14 de febrero del 2020 en la sala Alejo Carpentier, según consta en el programa. Un día antes, se le comunicó al autor que la misma había sido cancelada, sin que se ofreciera más explicación. Este hecho fue la última de las “contrariedades” por lo que transitó este libro por la escena intelectual cubana. Un periplo que va desde su participación en el concurso Casa de las Américas, 2017 en la modalidad de Premio de Estudios sobre la presencia negra en el Caribe y las Américas Contempóranea, luego de los intentos de  su publicación por la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, postertagado por una razón u otra durante varios años.

Este libro también recorre un grupo de discusiones relacionados con lo descolonial y lo racial en América Latina, los cuales están transformando las relaciones de saber y los antiguos modos de pensar las relaciones entre cultura y poder, así como entre raza, pueblo y nación. Tales debates apuntan, justamente, a un clima de reformulaciones en los paradigmas del pensamiento teórico-cultural y las batallas del saber dentro y fuera de la academia en América Latina y Estados Unidos. Al tiempo que nos presenta otros horizontes epistémicos para el estudio de los procesos constitutivos de la racialidad como elemento central de la matriz de poder moderna/colonial que configura el sistema-mundo capitalista en su larga duración. Así como un marco categorial, referentes teóricos y metodológicosque cristalizan en la propuesta de una cartografía política de Nuestra Afroamérica.

Estamos ante un texto cuya aparición era imperiosa, si queríamos continuar refiriéndonos a lo afrolatino o afroamérica no sólo como un campos de estudios, sino también como una entidad onto-existencial. Es decir, “como parte de un universo histórico mayor que denominamos Diáspora Africana Global”. (Lao-Montes, 187)

 Contrapunteos Diaspóricos: Cartografías Políticas de Nuestra Afroamérica es el relato de los diferentes devenires de la afrodiáspora en Latinoamérica y el Caribe. Una historia silenciada y proscripta de la historiografía latinoamericana. Por estas razones, en sus páginas el discurso historiográfico se construye en términos de proceso o de una historia de larga duración que se remonta al medioevo en la península ibérica. Una narración que no se articula desde esa linealidad y voluntad teleológica de la historiografía latinoamericana la cual, desde sus orígenes, tuvo como paradigma a Europa, su temporalidad y sus diferentes filosofías de la historia. Esta reproducción de modelos europeos, entre los que se encontraban la filosofía de la historia hegeliana, le permitió a la élite letrada en Latinoamérica articular los emblemas y discursos de un deber ser de la nación y del sujeto nacional que desterró al indio, al negro, a la mujer, al disidente sexual al espacio de execrable y de la abyecto.

Es decir, el tiempo y el espacio aquí están lejos de esa construcción colonial/imperial desde la cual Europa se piensa así misma y al resto de la humanidad. Se construye a partir de “condiciones de explotación capitalista, dominación racial y patriarcal, que enmarcan procesos de diasporización –dislocación violenta, destierro- como también de resistencia y ejercicio de agencia histórica negra o afrodescendiente”. (Laó-Montes, 189)   Es el tiempo de las religiones de origen africano y del cimarronaje. Sus segmentaciones temporales, eso que Laó-Montes denomina ciclos raciales, nacen de una relectura de la larga historia de sublevaciones y otros eventos antisistémicos donde las negritudes han sido protagonista, así como de una relectura de la ciudad letrada negra y la tradición teórica de las y los pensadores de la afrodiásporas. “Se trata de momentos de excepcional vigor y efervescencia en el accionar colectivo, la organización política, la producción intelectual y la creación cultural de comunidades, corrientes y movimientos afrodescendientes.” (Laó-Montes, 130)  

Los cuatro ciclos raciales que se proponen en uno de los capítulos de este libro están en correspondencia con los momentos de crisis y restauración del sistema-mundo moderno/colonial capitalista.  Un relato historiográfico cuyo cronotopo está atravesado de choques, bifurcaciones, contrapunteos, fracturas y dislocaciones.

Los rótulos de afrolatinoamérica o afroamérica, tanto en su dimensión conceptual como práctica (proceso de construcción de sus luchas) deviene entonces en una categoría de integración que se articula con el carácter múltiple, de esa totalidad contradictoria, (Cornejo Polar) que está en la génesis de nuestra Abya Yala.

En la última parte de esta intervención, voy a intentar una lectura cruzada de Contrapunteos Diaspóricos… con zona bastante influyente del discurso teórico-crítico sobre las producciones simbólicas en el campo de las negritudes en Cuba de finales de siglo pasado y principios de milenio. Me interesa, sobre todo, afirmar la voluntad de varios intelectuales afrocubanos por imaginar sus propios marcos analíticos y aparato de conceptual para el estudio de aquellas prácticas simbólicas que tematizan o toman como asunto los universos de la religiosidad y la cultura popular negra; a partir de la validación de esos saberes y cosmovisiones ancestrales provenientes del mundo de la oralidad, la santería, el espiritismo, la regla de palo y el abakuá los cuales han sido subyugados por el pensamiento científico y ese sistema de saberes sobre lo social todavía vigentes dentro de la academia latinoamericana. Y que Laó-Montes sintetiza en el concepto de Razón Cimarrona. (Laó-Montes, 39-40)  

Inés María Martiatu

Inés María Martiatu (a quien  el autor de este libro dedicada el capítulo ocho (“Feminismos negros que dan a luz nuevas corrientes políticas y epistémicas”) nos ha legado una serie de conceptos, analisis y teorizaciones que estimo significativas como las de “teatro ritual caribeño”, “wenilere”, etc. Según la Martiatu tanto el rito como el mito en el Caribe son un medio de conocimiento de la realidad, una vía para cambiarla mediante la praxis ritual, al tiempo que ofrecen una segunda explicación a los diferentes eventos de la vida cotidiana y espiritual de nuestros pueblos transculturados. Y evoca el rol protagónico que históricamente han tenido las religiones de origen africano no solo en la vida religiosa y cultural cubana, sino también social y política. Cita, como ejemplos, el papel que desempeñó el Cabildo Changó Teddúm con su dirigente Oni Changó (José Antonio Aponte) en las luchas antiesclavistas de principio del XIX, o el caso del conocido percusionista cubano Chano Pozo, hijo de Changó, quien muere en New York la víspera de Santa Bárbara, a la misma hora que en Cuba se celebran los toques en honor a ese orisha, dicen que por desobediencia, por no pagar una deuda a este orisha. Así como la influencia, en el movimiento sindical cubano de la primera mitad del siglo XX, de Aracelio Iglesias líder de los trabajadores portuarios, comunista, abakuá y babalao, a quien todavía en muchas ceremonias tradicionales de la santería se le moyuba.

Desde sus estudios de la producción de los dramaturgos afrocubanos y el afrofeminismo es la pensadora que más ha insistido en el desmontaje de esa geopolítica del conocimiento que históricamente ha invisibilizado al Caribe.

Las tensiones entre oralidad y escritura, y la capacidad de la primera de estas instancias para activar los dispositivos de la memoria colectiva, que sobreviven en las leyendas, mitos, bailes y otros rituales de las religiones afrocubanas, son aspectos que Martiatu explora en los incontables textos. Curiosamente, a ella le debemos uno de los actos de justicia que se han llevado a cabo sobre la obra de Fernando Ortiz. Hablo de los actos de canabalismos eurocentristas a de los que ha sido víctima el término orticiano de transculturación presentado en 1940 por Fernando Ortíz en su monumental obra: Contrapunteo cubano del azúcar con el tabaco, que ha inspirado el método empleado por Agustín Laó-Montes en este libro.

En su ensayo “Transculturación e interculturalidad. Algunos aspectos teóricos” después de aventurarse en un rastreo bibliográfico que comprende glosarios, índices temáticos, ediciones y traducciones de antropólogos y teóricos europeos y latinoamericanos ( Corand Phillip Kolta, Martín Lienhard, James A. Boon, Jerzy Grotowski, Eugenio Barba, Peter Brook, Richard Schechner, Patrice Pavis, Jacques Roubine, Ángel Rama…) la Martiatu va develando estos actos que califica de “apropiación colonialista”, y “autoapropiación colonizada”.

Por su parte, el dramaturgo, guionista de cine y músico afrocubano Tomás González, cuyo inspirador ensayo “La moda de la ritualidad”, bien pudiera figurar como uno de los capítulos de Contrapunteos afrodiaspórico…es autor de un método de actuación sui generis donde recurre a los sistemas de adivinación de la santería, el espiritismo y el trance en la preparación de los actores. Su denominado Método de Actuación Trascendente o Danza Oráculo define la labor del actor en términos del trabajo de un adivino o espiritista. Y que se amplía durante el “trance” exigiéndole al actor-adivino una perspectiva ubicua. “El adivino (actor) cuando se encuentra en la situaciónespecial del trance o posesión, está en muchas partes.” Los contenidos de la dramaturgia de la danza oráculo se definen por la propuesta que establece una relación con el mundo de los muertos, inspirada en la práctica del espiritismo en Cuba y en su importancia en el universo de la santería cubana.

Tomás González

Lo que me interesa poner de manifiesto en esta última parte de mi presentación, al hacer traer aquí la obra de la Martiatu y González, escomo el libro de Laó-Montes que presentamos en esta tarde en esta Feria de la Cabaña, rezume un ciclo de intranquilidades, búsquedas y desafíos tantos teóricos como epistemológicos de un sector de la intelectualidad afrocubana de finales del siglo XX y principios del nuevo milenio.

Destacada

 Los negros se toman la palabra… una re-visitación al campo de la negritud en los años setenta. Por Alberto Abreu Arcia

Valero, Silvia. “Los negros se toman la palabra”. Primer Congreso de Cultura Negra de las Américas: debates al interior de las comisiones y plenarias. Bogotá, Cartagena: Universidad Javeriana, Universidad de Cartagena, CEA. 2020. 309 págs.

“Los negros se toman la palabra”. Primer Congreso de Cultura Negra de las Américas: debates al interior de las comisiones y plenarias de Silvia Valero reúne tanto de las exposiciones de los delegados en la Conferencia Preparatoria al Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas como las discusiones y debates sostenidos en cada una de las cuatro comisiones y en la asamblea plenaria del cónclave celebrado en Cali entre el 24 y 27 de agosto de 1977.

Antes de continuar precisa que repasemos los distintos avatares por los que transitaron las memorias de este Congreso para luego conocer, finalmente, la letra impresa. Casi diez años después del evento, la Société africaine de culture a través de su editorial Présence africaine se negó a publicar las ponencias y resoluciones del Congreso, alegando el tiempo transcurrido y una falta de interés de los lectores potenciales. Un año más tarde, en 1988, la Fundación Colombiana de Investigaciones Folklóricas dirigida por Manuel Zapata Olivella y con el auspicio de la UNESCO, pudo realizar la publicación de trece ponencias.

Silvia Valero,

Este es el eje sobre el cual se articula el libro de Valero, y sus consecuentes juegos entre la memoria y el olvido, lo inscrito y lo tachado, entre la materialidad del archivo y lo que ha quedado fuera de él a manera de desecho y que no es otra cosa que la oralidad.  

A primera vista “Los negros se toman la palabra”… es fruto del peregrinar de la investigadora por hemerotecas y de una labor exhaustiva que van desde la revisión y cotejo de numerosos documentos y fuentes, traducciones, la elaboración de esclarecedoras notas al pie, hasta las transcripciones de audios donde la secuencia del discurso a veces se quiebra, adelanta o anticipa como explica la autora en el iluminador ensayo que sirve de pórtico a estas transcripciones. Pero no nos dejemos engañar, estamos ante un proyecto que rebasa cualquier pesquisa intelectual o voluntad arqueológica, que trasciende su propio objeto de estudio para inscribirlo dentro de una dimensión mayor: el campo de las negritudes y su historicidad.

Es decir, Valero nos propone leer estos debates y discusiones como un hito dentro del proceso evolutivo de eso que hoy llamamos Afrolatinoamérica. Como un capítulo crucial dentro de su historia intelectual o de las ideas. Desde luego, dicha propuesta también lleva implícita una voluntad de periodización: “En el caso que nos interesa, las reuniones previas a Cali 1977 conformaron espacios de interpelación en el campo de las negritudes, por lo que las confrontaciones que se fueron dando a lo largo de dos décadas configuraron regímenes de significación en pugna por su legitimidad” (p. 19).

Son dos las herramientas metodológicas sobre las cuales se construye esta propuesta de periodización. Una declarada, explícita; la otra, oculta. La primera, es la apropiación de la categoría “campo de interlocución” elaborada por el antropólogo Alejandro Grimson, deudora de Pierre Bourdieu y su definición de campo intelectual como un horizonte de los conflictos estéticos y políticos, y un espacio de producción y circulación de discursos socialmente diferenciados. Con su propia lógica, sistema de relaciones internas y luchas por la imposición y el control de las representaciones, el monopolio de hacer ver y hacer creer. La otra, es la polifonía de Mijaíl Bajtín.

La primera de estas herramientas, desde sus requerimientos de inclusión y pertenencia, le permite a la autora de este libro delimitar la especificidad de su objeto de estudio en el tiempo y en relación con los discursos, ideas y tesis circulantes sobre la negritud en la década de setenta en las Américas e informarnos sobre los diversos posicionamientos de los participantes en este Congreso en función de determinados procesos de microdiferenciación histórica, social y económica, propios de sus respectivas comunidades afroenunciativas.

La segunda permite la construcción del libro a manera de un texto polifónico que, desde su heteroglosia, acoge una diversidad de voces y discursos que dialogan desde múltiples perspectivas. En este sentido, leer las transcripciones de estos debates es asistir a una especie de plataforma desde cuya transversalidad nos permite mirar hacia el interior de los procesos de producción, circulación y recepción de discursos sobre la negritud en la América Latina de los años setenta; hacia sus apropiaciones de determinados ideologemas provenientes de otros campos disciplinarios como la política, el marxismo, la historia, etc. Se trata de un espacio de luchas interpretativas donde determinados categorías y criterios se rechazan, discuten, comparten; un escenario no excepto de los ruidos y distorsiones (como la noción del negro como co-colonizador de la América) que van surgiendo en el mismo acto del de imaginar una Afrolatinoamérica.

Tengamos en cuenta que el sujeto de enunciación, dentro de esta provincia que Valero ha dado en llamar “campo de interlocución”, se construye a partir de un grupo de dilemas culturales, identitarios e históricos típicos de una subjetividad formada en la diferencia colonial. Un sujeto escindido entre sus orígenes afrodiaspórico y su pertenencia a América Latina, y que busca desesperadamente los modos de articular esta doble conciencia. Veamos como la re-escritura de la historia deviene, según los participantes en este Congreso, en uno de esos modos de articulación y reconocimiento de esta doble conciencia afro-latina.

Al respeto, resulta reveladora esta interrogante presentada por uno de los delegados de Estados Unidos durante la Conferencia Preparatoria: “Quiero presentar una pregunta: ¿Cómo perdimos nuestra identidad? […] Si podemos explicar a nuestro pueblo cómo perdimos nuestra identidad, entonces al mismo tiempo podemos explicar la relación histórica que hemos tenido al desarrollo de este sistema. De manera que no es un proceso de dos estados, sino que están integrados” (p.86).

En varias de sus intervenciones durante la Conferencia Preparatoria, Zapata Olivella patentiza esta voluntad programática por una escritura de la historia que refleje el rol desempeñado por negros y negras, mulatos y mulatas en la conformación de los perfiles identitarios de América Latina:

Y es esto en lo que todos estamos de acuerdo, es que el congreso de julio es un congreso que se ha convocado para estudiar la realidad histórica del negro en las Américas, la presencia del hombre africano en el proceso de formación social de las Américas […] y nosotros deseamos realizar en ese próximo congreso es definir en una forma concreta, específica, analítica, científica la participación del negro en el proceso de desarrollo de la cultura de las Américas. (p.90)

Lo que me interesa resaltar en esta cita es el lugar desde el cual se nos habla. Y que nos otro que el espacio marginal y deshistoriado que tiene la identidad negra y mulata dentro de esas meganarrativas historiográficas que dan cuenta de los procesos formativos de la identidad latinoamericana.

Desde luego que detrás de estos reclamos de visibilidad y por el derecho de entrar en la historiografía latinoamericana subyace otra problemática todavía más importante: el ser del intelectual negro en Latinoamérica y la construcción de un locus de enunciación racialmente diferenciado. Un tópico atravesado en el Congreso por diferentes posicionamientos. 

Resulta paradójico que muchas de las intervenciones de Zapata Olivella y otros delegados provenientes del mundo académico clamen por la búsqueda de un lugar y sujeto de enunciación que habita en las afueras de la academia. Para ello recurren, a manera de paradigma, a la figura del intelectual comprometido (Sartre) en oposición a la del letrado tradicional, y una militancia cuya praxis resulta muy cercana a lo que hoy conocemos como activismo antirracista.En este punto, cito nuevamente a Zapata Olivella: “Ayer estos amigos plantearon dos problemas, con los cuales yo estoy plenamente identificado: primero, que no podemos asumir la posición del intelectual tradicional de creer que nosotros poseemos la verdad y como tales estamos en condiciones de enseñar a las masas, sino, como decía Early debemos aprender también de esas masas”. (p.98)

No perdamos de vista que durante las décadas del sesenta y setenta la política constituyó el principal parámetro de legitimación intelectual. El decenio del sesenta estuvo atravesado por el triunfo de la Revolución Cubana, la emergencia de los movimientos sociales y su lucha por los derechos civiles de los negros y demás minorías en Estados Unidos. Fueron los años de la guerra en Viet Nam, la latinoamericanización de la cultura y la construcción de América Latina como un espacio de pertenencia. Fueron, sobre todo, los años de los procesos de descolonización en Asia y África, los cuales produjeron políticas etno-raciales que sirvieron de acicate para que muchos activistas negros militaran en movimientos antimperialistas y anticapitalistas. El mapa político de los setenta, por el contrario, va a estar rubricado por el triunfo de las dictaduras latinoamericanas a través de una sucesión de golpes militares en distintos países del hemisferio como Chile, Argentina, Uruguay.

Así que no sorprende el marcado carácter antimperialista de muchos planteamientos, donde la noción de imperialismo, capitalismo y colonialismo a veces resultan intercambiables. Resulta digno de atención las relaciones que a nivel interdiscursivo sostienen estos criterios con un pensamiento marxista que hacia la década del setenta vive sus momentos de mayor dogmatismo en las ciencias sociales y las izquierdas latinoamericanas. Así lo demuestran los conceptos de “alienación”, “falsa conciencia”, “alienación funcional” o el modo de entender las religiones y en particular las prácticas religiosas de origen africano como un factor negativo y alienante. O percepciones sobre el racismo y la discriminación racial como un fenómeno que responde a la lucha de clases. El caso de Cuba es un ejemplo de las fatales consecuencias que sobre la cultura popular negra, las religiones de origen africano y el campo de la política cultural revolucionaria de los años setenta tuvieron esos conceptos de “enajenación”, “alienación” provenientes del marxismo dogmático de la época del stalinismo.

Escuchemos esta intervención del delegado colombiano Carlos Calderón Mosquera, y observemos el modo en que los tópicos de identidad racial, lucha de clases, imperialismo y religiosidad se interseccionan:

Y como se trata, resumo, de la alianza de las clases oprimidas dispersas por una cultura de alienación imperialista –ahí está la iglesia católica metida en esa alienación, la iglesia protestante, todo en beneficio de una clase dominante, opresora, desde los tiempos de la colonia hasta hoy. Y como necesitamos aliados, la alianza de clases, la clase oprimida, si nos ponemos a hablar de que somos africanos, de que somos africanos, perdemos la ayuda de otros no africanos. (p.88)

Me detengo en esta cita porque creo que ilustra el modo en que estas interpretaciones dogmáticas del marxismo circulantes en el pensamiento social latinoamericano durante el decenio del setenta participan de la producción de categorías y marcos analíticos sobre la identidad racial negra en Latinoamérica y de la construcción del campo de las negritudes.  

Si, por un lado, algunos nódulos que concurren en estos debates como el mestizaje, las prácticas de blanqueamientos, las encendidas discusiones en torno a la pertinencia del concepto de negritud, etc., han sido impugnadas por el ir y venir de los estudios culturales y de raza, por sus descentramientos epistemológicos, propios de un fin de siglo y un comienzo de milenio signado por tantas reconfiguraciones teóricas y crisis de paradigmas, especialmente los relacionados con el tema de la identidad y la deconstrucción del sujeto íntegro de la filosofía occidental y sus lógicas binarias, por otro lado, muchas inquietudes, interrogantes y propuestas atraviesan el mapa del pensar la negritud y los discursos circulantes de la década del setenta del siglo pasado y llegan a nuestros días. Como el tema de la mujer negra y la tentativa de uno de los delegados de “introducir una resolución relativa a la importancia de la mujer negra en la lucha, no sólo históricamente, en cualquier programa o cualquier país dónde estemos ubicados.” (p.203) La propuesta opera como una interpelación dentro de la dimensión genérica de un Congreso donde lo masculino se perfila como el principal sujeto de enunciación,  productor de saber y agente para el cambio socio-político.

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DETRÁS DE LA CONGA DEL MESTIZAJE, NO ARROLLO YO. Por ALBERTO ABREU ARCIA

Constituye una total falta de rigor científico y una verdadera contradicción criticar al racismo y al colonialismo proponiendo como solución el paradigma del mestizaje. Las falacias del mestizaje: su rol tanto en la re-simbolización  del racismo como en el fortalecimiento de la blanquitud y sus imaginarios aristocratizantes; y todas las desarticulaciones, relaciones asimétricas de poder que dicha noción enmascara, relativiza y perpetúa; han sido expuestas por prestigiosos pensadores dentro de estudios culturales latinoamericanos, los estudios afrolatinamericanos y decoloniales.

Repasemos algunas de estas opiniones:

«[…] pese a su tradición y prestigio, – asevera Antonio Cornejo Polar- el concepto de mestizaje es el que mejor falsifica de una manera  más drástica la condición de nuestra cultura y literatura. En efecto lo que hace es ofrecer imágenes armónicas de lo que obviamente es desgarrado y beligerante, proponiendo figuraciones que en el fondo solo son pertinentes a quienes convienen imaginar nuestras sociedades como tensos y nada conflictivos espacios de convivencia»(Cornejo, 1989, p.21).

Jean-Loup Amselle antropólogo y africanista, director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (París) y redactor en jefe de los Cahiers d’études africaines en una entrevista titulada “El mestizaje: una noción que es una trampa” sostiene:  “En mi opinión, la primera trampa de esa noción es obligarnos a pensar que han existido culturas puras, del mismo modo que se pensaba que habían existido razas puras. Todo mestizaje remite a la idea previa de que la humanidad está compuesta de linajes separados que finalmente, quizás, van a verse reunidos. Detrás de la teoría del mestizaje, está la de la pureza de las culturas” (Amselle, 2000, p. 63).

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Eugenio Hernández: los desasosiegos del canon letrado frente a la cultura popular negra. Por Alberto Abreu Arcia

Con la publicación de este artículo intento saldar una deuda que tenía con Eugenio Hernández. Desde aquel evento Heredades Africanas en Escena organizado por Alberto Curbelo en marzo del 2016 (como demuestran las imágenes que lo acompañan).  Y en el que también participaron Desiderio Navarro, Xiomara Calderón, y Gerardo Fulleda. Según me comentó Fulleda, tiempo después, Eugenio estaba muy molesto conmigo pues esperaba que mi escrito versara sobre su obra, sin embargo yo había elegido hablar sobre otro grande de la dramaturgia cubana: Tomás González.
Tiempo después, en el 2020 en el marco de la Feria Internacional del Libro dedicada él, Ulises Rodríguez me invitó a participar en una mesa sobre su obra, para lo cual escribí este texto cuya principal finalidad era saldar aquella deuda. A última hora, Eugenio comunicó que no pudía asistir por motivos de salud de su esposa y el panel quedó suspendido.
La última vez, que lo llamé por teléfono pidiendo su autorización para incluir su monólogo “Gladiola la empreratriz” en la antología Cuerpos de las sombras: negritudes y afrodisidencia sexual en Cuba que preparo con David Tenorio de la universiad de Pittsburgh, intenté comentarle la existencia de este texto pero lamentablemente la comunicación telefónica se interrumpió.

Eugenio Hernández: los desasosiegos del canon letrado frente a la cultura popular negra.

Por Alberto Abreu Arcia

¿Cuándo comenzaron —dentro del campo cultural postrevolucionario —las voces subalternas a mostrar sus signos de insubordinación frente al lenguaje oficial? ¿Cómo llegaron a institucionalizarle los dispositivos de coerción y violencia simbólica, que condujeron a la devaluación muchas expresiones artísticas que llevaban la impronta de lo popular? ¿Es posible, entonces, leer el concepto de cultura popular negra como ese otro relato de lo suprimido por la historia oficial y la razón letrada?

En las líneas que siguen intentaré responder estas interrogantes a través de la obra de Eugenio Hernández. Me interesan aquellos momentos en que las representaciones simbólicas de aquellos sujetos racialmente subalternos, sus discursos y prácticas, se tornan ininteligibles o “sospechosos” frente a los marcos interpretativos del canon simbólico hegemónico. En la medida en que los descoloca, los pone en crisis.

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DOSSIER HOMENAJE A ROGELIO MARTÍNEZ FURÉ. «LA PALABRA SAGRADA DEL CONTINENTE AFRICANO» POR INÉS MARÍA MARTIATU TERRY.

 La palabra  sagrada  del continente africano

Por Inés María Martiatu.

Presentar  la  personalidad y la obra de Rogelio Martínez  Furé  es siempre un privilegio y un reto. Este  hombre  de cultura universal  ha desempeñado un papel fundamental en el rescate y accionar de la cultura cubana a partir  de los  años 60. Investigador erudito, ha hecho visible no sólo la presencia  de la cultura de la llamada  “gente sin historia” sino el acervo africano que también nos es propio. Fundador del Conjunto Folklórico Nacional y animador de instituciones importantes tiene el don de cantar, componer música y hacer poesía. Sabemos además de su generosa contribución como asesor y promotor  de muchos  proyectos y realizaciones surgidos en el campo artístico-literario de nuestro país.

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DOSSIER HOMENAJE A ROGELIO MARTÍNEZ FURÉ. «PALABRAS DE ADIOS A MI MAESTRO»: TOMÁS FERNÁNDEZ ROBAINA.

Palabras de adiós a mi maestro

Por Tomás Fernández Robaina

Mi querido Rogelio Martínez Furé, la noticia de tu salida para el desconocido más allá me llegó cuando poco me faltaba para terminar mi almuerzo, que abandone de inmediato ante la imposibilidad de tragar mi último bocado. De repente, y a la velocidad de la luz cruzaron por mi mente los recuerdos de nuestros encuentros en la Biblioteca Nacional, cuando conversábamos sobre la importancia de los pueblos africanos por sus aportes históricos y culturales a la humanidad, y en particular a la formación nuestro país.

Siempre destacaste relevancia de la literatura tradicional oral, y de la escrita, que abordaste con pasión y sistematicidad, traduciéndola al español, dándola a conocer a los investigadores y estudiosos en nuestros países y a los amantes de ellas en otras latitudes.

Tengo presentes tus sueños entonces de las obras que deseabas hacer, y de las que ya tenías escritas sobre las religiones africanas, sus cantos, vestuarios, bailes, sus dioses, orishas que siempre espere leerlas como libros, pero al cotejar algunas con las vigentes aun en mi memoria, no las veo en tu bibliografía activa.

FuÍste el etnógrafo de mayor sapiencia en Cuba, y uno de los continuadores del laboreo iniciado en 1906 con Los negros brujos, por Fernando Ortiz (1881-1969), sumándosele años más tarde Lydia Cabrera, Rómulo Lachateré, Gustavo G. Urrutia, y Teodoro Díaz Fabelo. Brindaste charlas y conferencia, en fábricas, sindicatos, escuelas primarias, en los sábados de la rumba, adecuando el rigor que empleabas en los centros docentes del mayor nivel académico a los diversos espacios desde los cuales difundiste tu amor por nuestra cultura, sus diversas raíces, subrayando siempre la importancia de los aportes africanos a la formación histórica y cultural de Cuba, de nuestra nacionalidad. Nunca faltó en tus charlas y conferencias el sentido de pertenencia a nuestra Isla. Contribuiste en ese sentido, de modo muy especial, a la concientización de muchos estudiantes, profesores e investigadores de las partes esenciales que integran la cubanidad, fuiste un vivo ejemplo de lo que es reamente un cubano.

Juntos nos veremos en ese mundo desconocido hoy por mí, pero en el cual estaré, más tarde o más temprano. Gracias mi querido Rogelio, por haberme enriquecido con tus enseñanzas en la lucha que libramos contra la discriminación racial en nuestras repúblicas en América y en otras latitudes para dar a conocer la historia actual de los descendientes del holocausto de más de tres siglos que duro la esclavitud entre nosotros y que perdura aisladamente en determinadas regiones de nuestro planeta, gracias de nuevo por provocarme a escribir estas líneas.

Gracias, Rogelio.

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DOSSIER HOMENAJE A ROGELIO MARTÍNEZ FURÉ. PREFACIO A POESÍA YORUBA (EDICIONES EL PUENTE, 1963).

                                                                            

Fragmento del prefacio de Rogelio Martínez Furé a Poesía Yoruba (Ediciones El Puente, 1963).

A casi cincuenta años de su publicación los prejuicios, estereotipos y desconocimiento de la rica tradición cultural africana denunciados por Rogelio Martínez Furé en este prefacio continúan manteniendo su vigencia.

                                                       África, he conservado tu memoria, África

                                                                                                       estás en mí

                                                                           como la astilla en la herida…            

                                                                                           Jacques Roumain

Estamos en un período de revalorización de nuestro acervo cultural. Cualquier información sobre los pueblos que nos conformaron, en especial, aquellos a los que la actitud prejuiciosa de muchos ha querido negarles facultades creativas, nos ayudarán a conocer y comprender mejor nuestras características. Este hurgar en el pasado y en sus prolongaciones presentes, nos servirán para hallar soluciones a muchos conflictos de índole cultural y reafirmarnos en nuestra personalidad como pueblo.

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Dossier homenaje a Rogelio Martínez Furé.

Con la publicación del poema “Última Advertencia” de Rogelio Martínez Furé (1937-2022), iniciamos este dossier homenaje a quien fuera uno de los intelectuales y creadores afrocubanos más influyentes en la lucha por la re-valorización, preservación y difusión del legado religioso, oral, musical, danzario y filosófico de la afrodiápora.

Conocido como el Principe de la Negritud, tenido por muchos de sus colegas como un sabio, un erudito. Autor de libros capitales en esta línea. Etnólogo, profesor; asesor, gestor y animador de importantes proyectos e instituciones culturales como el Conjunto Folklórico Nacional. Furé también poseía  el don de cantar, componer música y escribir poesía. Premio Nacional de Danza y Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte en La Habana.  Con  su muerte -ocurrida el pasado 10 de Octubre- Rogelio Martínez Furé deja un enorme vacío, y uno de los  aportes más monumentales realizados, desde la segunda mitad del pasado siglo y principios de este milenio, a los estudios afrolatinamericanos y al campo cubano de las negritudes.

                                   Última Advertencia

“La Historia tiene dos partes: Lo que se cuenta…y que sucedió”.

Ivor Millar, oré mi.

Axioma Abakuá

        

Nuestra historia

está hecha

de mi versión.

De lo que decimos

y lo que ocultamos

De la memoria y el Olvido.

Algunos afirman

que jamás abrazaremos

la Verdad:

espejismos de aguaceros

en el Sájara.

Pero yo

la buscaré

dentro de mí.

O en el ricón

más recóndito

del Universo.

Kaidara existe.

¡Recuperemos la Memoria…

y también el Olvido!

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Oba Ilé soy yo.

Por Carlos Alberto Guillén.

Oba Ilé es una agrupación músico danzaría creada el 4 de diciembre de 1994 por el bailarín Héctor Vinent perteneciente a la empresa de música y espectáculos Rafael Somavilla.

Al año siguiente la agrupación se divide y pasa a ser dirigida por el percusionista y trompetista Alfredo Magdaleno Pintado Alfonso. Ese año, también, se vincula al catálogo de Artex (Varadero) y de MUSICARIBE ofreciendo sus presentaciones en las cadenas hoteleras de la Península Hicacos.

En nuestros espectáculos recorremos casi todo el espectro cultural africano como el carabalí, el yorubá, lucumí, arará, vodú; el ciclo de la rumba (yambú, guaguancó y columbia), además de las tradiciones musicales campesinas.

En el año de 1997 gracias al proyecto Perla dedicado a estimular los grupos y solistas de gran incidencia cultural y de interés para las diferentes sucursales de Artex fuimos seleccionados para grabar nuestro primer CD en el estudio de grabaciones “Eusebio Delfín”, de Cienfuegos. El cual se llamó Oba Ilé soy yo, que es el título de uno de los números incluidos en este CD. Y salió bajo el sello editorial de Bis Music y tuvo mucha aceptación en el mercado.Gracias a esto estuvimos participando en varios lanzamientos y en varias ediciones del Cubadisco.

Cuando se fundó la agencia Clave Cubana tuvimos el altísimo honor de formar parte del Catálogo de Excelencia de dicha empresa. También tomamos parte en el curso A B C dedicado a difundir los bailes cubanos y sus ritmos como el Pilón, el Mozambique, la Rumba y la Conga occidental y oriental.

En el 2012, cuando se realizaron en el país audiciones para categorizar como profesionales a grupos y solistas; Oba Ilé –con un nuevo formato y otras perspectivas musicales donde fusionaba los ritmos afrocubanos con otros géneros y ritmos como el son, el pop, baladas, etc.- recibió su aval con categoría de Excelencia.

En la actualidad la agrupación está en un cambio generacional, pero con los mismos criterios y objetivos musicales: brindar un buen arte a todos y en todos los lugares donde se nos solicite.

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Experiencia comunitaria Wenilere Cardenense: prácticas culturales resilientes en escenarios complejos.

Por: Alberto Abreu Arcia

La experiencia comunitaria Wenilere Cardenense se inserta en un espacio físico donde su población, predominantemente afrodescendiente, está inmersa en condiciones de vulnerabilidad[1] las cuales configuran a sus pobladores como un “grupo social marginado”. Aquí asumimos el concepto de vulnerabilidad tal y como lo asume Mayra Paula Espina Prieto cuando lo define “como una situación en la cual personas y hogares se encuentran en una condición límite en cuanto a sus posibilidades de satisfacción de necesidades, con muy baja capacidad para enfrentar cambios y eventualidades que, de producirse, los situarían inmediatamente en la pobreza” (Espina 2008, 177).

Tal problemática tienen un carácter transversal y multidimensional dada las variables tan heterogéneas que en ella confluyen y se entrecruzan como las de género, la clase, religión etc.

Según constatamos en los diagnósticos, encuestas, entrevistas y observaciones realizadas nos encontramos ante un escenario donde la reproducción de la pobreza en la población afrocubana resulta un elemento clave. De gran utilidad para el reconocimiento de esta problemática, los factores que la condicionan; así como para el diseño de nuestra lógica de intervención han sido los conceptos: brechas de equidad racializada (Espina) y el de dimensión racial en los procesos de reproducción de la pobreza (Zabala). Igualmente, los estudios realizados por otros prestigiosos cientistas sociales como Rodrigo Espina Prieto, Pablo Rodríguez Ruíz, Zuleica Romay, Yulexis Almeida Junco y Esteban Morales se convirtieron en referentes teórico-metodológicos imprescindibles para nuestro trabajo. Sus investigaciones, en el campo de la equidad, la diversidad e inclusión no sólo incorporan la variable raza, sino que nos proponen un grupo de conceptos como: grupos vulnerables, desventaja social, población en riesgo de pobreza, pobreza de ingresos, etc. Los cuales han resultado de gran operatividad conceptual y metodológica para el diseño y análisis de nuestras prácticas, aprendizajes y las transformaciones sociales, económicas, culturales que estamos acometiendo.

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Tal problemática tienen un carácter transversal y multidimensional dada las variables tan heterogéneas que en ella confluyen y se entrecruzan como las de género, la clase, religión etc.

Según constatamos en los diagnósticos, encuestas, entrevistas y observaciones realizadas nos encontramos ante un escenario donde la reproducción de la pobreza en la población afrocubana resulta un elemento clave. De gran utilidad para el reconocimiento de esta problemática, los factores que la condicionan; así como para el diseño de nuestra lógica de intervención han sido los conceptos: brechas de equidad racializada (Espina) y el de dimensión racial en los procesos de reproducción de la pobreza (Zabala). Igualmente, los estudios realizados por otros prestigiosos cientistas sociales como Rodrigo Espina Prieto, Pablo Rodríguez Ruíz, Zuleica Romay, Yulexis Almeida Junco y Esteban Morales se convirtieron en referentes teórico-metodológicos imprescindibles para nuestro trabajo. Sus investigaciones, en el campo de la equidad, la diversidad e inclusión no sólo incorporan la variable raza, sino que nos proponen un grupo de conceptos como: grupos vulnerables, desventaja social, población en riesgo de pobreza, pobreza de ingresos, etc. Los cuales han resultado de gran operatividad conceptual y metodológica para el diseño y análisis de nuestras prácticas, aprendizajes y las transformaciones sociales, económicas, culturales que estamos acometiendo.

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Experiencia Comunitaria Wenilere Cardenense — Afromodernidad

Originalmente publicado en AFROMODERNIDADES: Wenilere Cardenense ofrece tambor de agua a los siete negros y mulatos fusilados en la Plaza Malcof el 1 de octubre de 1844 y a los abakua caídos el 27 de noviembre. 27 de noviembre de 2020: Representantes de organizaciones juveniles y políticas recuerdan el fusilamiento de los ocho estudiantes de…

Experiencia Comunitaria Wenilere Cardenense — Afromodernidad
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«Cosas de negros, negocios de blancos» Conversación con Roberto Zurbano.

Alberto Abreu, Tomás Fernández Robaina y Roberto Zurbano

Roberto Zurbano Torres: crítico cultural y militante antirracista conversa con Alberto Abreu sobre las alarmantes brechas de desigualdad y pobreza asociada al color de la piel, el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial, las afrorreparaciones y otros temas más.

«Cosas de negros, negocios de blancos» — La Joven Cuba
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Una relectura de la Cuaresma desde nuestra negritud. Incitadoras reflexiones de Sarahi García Gómez — AFROMODERNIDADES — Afromodernidad

«Una relectura de la Cuaresma desde nuestra negritud». Por Sarahi García Gómez

Hoy, comenzamos a transitar la Cuaresma. Para la tradición cristiana este es un tiempo para la penitencia y el arrepentimiento, un tiempo para el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y así siempre repetimos: «somos polvo y al polvo volveremos». Pero para nuestros cuerpos negros[…]

Una relectura de la Cuaresma desde nuestra negritud — AFROMODERNIDADES — Afromodernidad

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MONUMENTO EN RECORDACIÓN A LOS FUSILADOS EN EL PROCESO DE LA ESCALERA.

Unos de los sitios históricos más relevantes que se encuentran en las demarcaciones donde está enclavada la experiencia comunitaria Wenilere Cardenense es el monumento en memoria a los fusilados el 1 de octubre de 1844 acusados de participar en la supuesta conspiración de La Escalera.

La supuesta conspiración tuvo en el partido de Cárdenas y Soledad de Bemba (Jovellanos) como jefe, al pardo libre y sastre de profesión, Luis Seguí. Como segundo el carnicero y también chino libre, un tal Vicente Morejón, y ambos fueron presos. El plan del levantamiento debía empezar por el ingenio Gabriel en Guamutas; seguido por Roque, Artemisa, Cañongo, Soledad, Corral Falso, Cimarrones, Lagunillas, Guamacaro y el Coliseo, todos en la misma hora de la misma noche.

En el mes de marzo se levantaron las dotaciones de tres ingenios del Partido de Bemba comenzando por el Santa Catalina y otros dos más.

En la finca “Sonora” de Theodoro Phinney se estableció el Tribunal Militar encargado de juzgar y torturar brutalmente a los presuntos implicados en la conspiración. A partir del 2 de mayo de 1844 dicho Tribunal juzga a 7 negros y mulatos incluyendo al chino libre. En medio de las crueles torturas que le dieron el nombre a este proceso de “La Escalera”, el mulato Luis Seguí confiesa el 4 de mayo que la sublevación era parte de un complot planeado por él y otros mulatos y negros, libres y esclavos, para matar a los blancos entre los que se encontraba el poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) como principal cabecilla. Lo curioso de estas dudosas confesiones de Seguí, es que no sólo fueron arrancadas bajo crueles torturas, sino que su narrativa resulta conveniente y coherentes con los argumentos esgrimidos por las autoridades coloniales para justificar sus represiones en la ciudad de Matanzas.

El 1 de octubre de 1844, a las 6:00 p.m. en la plaza de Souberville, hoy Plaza Malacoff, en el sitio donde hoy se levanta un monumento en recordación a los fusilados, se lleva a cabo la sentencia de pena de muerte, por fusilamiento, al mulato Luis Seguí y sus compañeros:

  • José Flores (alias Cañizo), mulato libre
  • Francisco Espinosa, mulato libre
  • Vicente Morejón, chino libre
  • Juan Lugones, negro libre
  • Manuel Morales, negro libre
  • Eduardo Carrera, negro esclavo

Al ser puesto ante el cuadro y escuchar la voz de mando, Seguí se volvió de frente gritando “… que él no moría como los cobardes de espalda”, y así recibió la muerte de frente y en forma contraria a sus compañeros.

Fueron fusilados por un cuadro formado por 2 compañías del Regimiento “La Unión” – una, del Regimiento de Tarragona y otra, de la Octava de Lanceros del Rey, pertenecientes ambas al Ejército colonial Español. Todos habían sido hallados culpables, durante la causa que les siguió, desde el 20 de marzo de 1844, el Tribunal Militar constituido con ese fin en Cárdenas. Esta fue la primera ejecución realizada en Cárdenas desde la fundación del poblado.

En estos días el terror y la represión se esparcieron por todo el territorio de Cárdenas. Como escarmiento y para exacerbar el pánico imperante, le fue cortada la cabeza a un esclavo, el cual pertenecía a la dotación del súbdito inglés Teodoro Phinney, este último acusado de conspiración contra los blancos. La misma se llevó a cabo en el Camino Real de Cárdenas a Lagunillas. Los militares reunieron allí a todas las dotaciones cercanas. La cabeza del negro decapitado fue colocada en un trípode y exhibida como advertencia. Desde entonces se le llamó al lugar Cabeza del negro o Monte del ahorcado.

También se autorizó a dar de forma libérrima los “bocabajo”, para ello establecieron algunos lugares como el almacén del Sr. Carrerá. Allí, eran castigados los negros procedentes de las plantaciones limítrofes. Los sobrevivientes eran conducidos a la enfermería del Depósito del Ferrocarril mientras que, los muertos, eran llevados en carretones al cementerio o arrojados al mar.  Otro lugar de castigo fue el tejar de Torriente, situado en el ingenio del mismo nombre. El cuero y el bocabajo fue empleado ampliamente en dotaciones enteras.

Fuentes

  • Álvarez Blanco, Ernesto. Guía Turística a Cárdenas. Portal del Historiador de Cárdenas.
  • Archivo Histórico Municipal de Cárdenas. Actas Capitulares y documentos varios.
  • Colectivo de Autores. Versión publicable de la Historia Local. Inédita. 2007
  • Colectivo de Autores. Cronología de la Historia Local. Monografía mecanografiada en el Centro de Información del Museo “Oscar María de Rojas. Cárdenas, 1997.
  • Hellberg, Carlos. “Historia estadística de Cárdenas – 1893”. Edición Comité Pro – Calle. 1953.
  • Portel Vilá, Herminio: Historia de Cárdenas.

https://www.ecured.cu/Plaza_Malacoff_%28C%C3%A1rdenas%29#Comit.C3.A9_Plaza_Malacoff

http://afromodernidades.wordpress.com/2021/02/23/experiencia-comunitaria-wenilere-cardenense-3/

http://www.facebook.com/ipscuba/posts/4028925977136008/

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Elijo despertar

Por Sarahí García Gómez

De niña solía preguntarme por qué tuve que ser negra. Junto a esa pregunta había otros por qué, todos relacionados con las burlas, las acciones o comentarios desagradables que me invitaban a odiar mi color de piel y todo lo que representaba. En ese momento yo no entendía muchas cosas, no me interesaban las historias ancestrales de mis abuelas, pero una cosa sí aprendí desde pequeña, herencia de toda mi parentela «Siempre tienes que dar más y esforzarte, porque tú eres negra». Esa frase me ha acompañado como pesada extensión de mi cuerpo. Confieso que aún me es difícil deshacerme de ella. Así, fui creciendo, y la incorfomidad con mi negritud se fue tornando en rechazo a lo que era diferente a mí. Fui entrenada para responder «blanco peste a leche» a quien me dijera “negra mona”… ¡y sentía tanta satisfacción al proferir esa frase! Pero no aprendí a responder al rechazo de una mirada desdeñosa o ese rechazo que no necesita de palabras sino que viene vestido de invisibilización o descalificación.

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