La muestra a la que estamos asistiendo viene a decirnos dos o tres verdades agudas sobre la realidad de las mujeres y hombres negros de nuestra Cuba de hoy. Gestos, sentimientos, fragmentos de sus cuerpos nos cuentan de forma hermosa esa historias de dolor y prejuicios que penden sobre nuestras cabezas como espadas de un Damocles cimarrón, alertándonos como en el viejo mito, que el poder está precisamente en la palabra que no adula, no se deja someter, sino que corta lo que duele. Contar es una forma de cortar.


Imagen de la serie «Dolor y Fe» de la fotógrafa Ayamey Mc lean Sáenz.
La belleza de cada una de estas fotos también hace una escisión en un imaginario que ata al bailar sobre las cuerdas que no pueden encerrar, precisamente, lo bello en ningún preconcepto. Este moverse, esta cadencia de las mismas es también una danza que nos susurra imágenes e historias de libertades, quiebres necesarios, realces y resistencia.
Las artistas que hoy traen su discurso a través de estas fotos, saben que la palabra que se suelta al viento mueve los aires de indiferencia. Que las historias que captó su lente pueden ondear hoy delante nuestro re- moviendo los límites de una estética pétrea. Observemos, sintamos. Cada una de sus fotos cuenta.
