Liliana Salgado Barnet: rostros, manos y sombras que iluminan

Dos líneas fundamentales matizan las piezas de Liliana. Una, la re-creación del claroscuro, en ocasiones casi tenebrista, en la que las poses y el regodeo esteticista ganan la partida de la composición, en una suerte de declaración expresa del cuerpo de la persona negra como espacio de belleza. Otra, la instantánea incidental que favorece la expresividad de los rostros y la gestualidad, y que es también una declaración, esta vez, de las esencias de lo cotidiano. Ambas líneas, tiran de la cuerda del estilo de tal forma que parecieran dos artistas y no una. Pero es en esa tensión precisamente en la que se manifiesta la capacidad de Liliana de asumir magistralmente estos dos ámbitos casi autónomos del arte fotográfico. Claroscuros, rostros y manos, son los protagonistas de una fiesta que consagra como plural el espacio común de exposición de esta sui generis convivencia visual. Claroscuros que realzan, rostros que hablan, manos que revelan.

Yailen Ruz Velazquez: la metonimia y la luz
Resulta osado aventurar a las macros y close up el concepto de una muestra, y que esta sea coherente. Yailen lo logra, y valida sus presupuestos a través de un abordaje sincero y sugerente del cuerpo, cuyo tratamiento más que llevarnos a una definición cerrada, es un espacio que se abre, que insinúa, que invita a imaginar.

El coqueteo con el abstracto propiciado por acercamientos nada suspicaces, sino más bien desinhibidos, espontáneos, inoculan a cada obra de un desbordamiento de lirismo y audacia. El ejercicio intrépido de sustraer al marco su capacidad de limitar la realidad, y conseguir así que el texto se desborde, es quizás el más genuino logro de esta selección. Hacernos capaces de navegar el universo más allá de los marcos de la obra física, es una suerte de metonimia en que la parte holo-grafica un todo que no se muestra, pero que es perceptible. Es un “ir más allá” de la mano de signos de identidad que promueven trascender el realismo que le es propio al arte fotográfico, para proyectar una identidad filtrada y magnificada por las luces y las sombras, una toma de partido a favor de lo raigal, a partir de la invisibilidad de lo que es esencial y la revelación de lo ocultado.
Ayamey Mclean Sàenz: muestra “Dolor y fe”
Como bien refiere el título de esta muestra, la artista nos regala un interesante balance entre los desafíos sociales del presente cubano y la capacidad de esperar una realidad diferente, mejorada. Esto lo hace sin catastrofismos ni edulcoramientos. Es un lente cuya objetividad solo cede ante la intensidad de las miradas, y el sincero encauzamiento que hace la composición. En las obras de Ayamey, el lugar de la corporalidad negra se establece en escenarios diversos, definidos por determinismos socio-históricos unos, y por una neutralidad selectiva otros.

Cada fotografía apela a elementos de la identidad racializada, pero no aquellos convencionales cuya simplificación y banalización estereotipan y hasta denigran el sello de la negritud como esencia de la cubanidad, sino a elementos de lo cotidiano que dan cuenta de carencias, urgencias, sueños, esperas y esperanzas. Para decirlo con palabras de la propia artista “Dolor y fe tiene que ver con las barreras que nos pone la vida, tanto aquellas devenidas de nuestra historia de esclavización/racialización, como las geográficas, determinadas por nuestra condición insular. La fe es a lo que nos aferramos para romper los barrotes tantos físicos como mentales y poder avanzar en nuestros sueños.”
